Entre buenos y malos… y no hablo de niños
Cuando hablamos de buenos y malos, normalmente siempre
pensamos en las etiquetas que les ponemos a los niños, pero en esta ocasión
para nada quiero hablar de ellos. Hace
unos días, una matrona de aquí de Córdoba compartía una foto en su página de
Facebook de ella acompañando a una mujer mientras paría. Era una foto preciosa,
acompañando de tú a tú, con luz suave, a la misma altura, ambas con la cabeza
arriba y los pies abajo… sin vías, sin monitores… Y acompañado de unas palabras de gratitud por
permitirla disfrutar de una experiencia así.
Lo “mejor de todo” es que había sido en el hospital
Reina Sofía de Córdoba, en el mismo donde yo di a luz, y tanto yo como otras
chicas no pudimos evitar el exponer lo que nos gustaba aquella escena por lo
poquísimo usual que es verla y vivirla allí, deseando que ella pudiera
permanecer mucho tiempo en Reina Sofía para que esa escena se repitiera más.
Pero claro… la batalla no tardó en explotar.
En mi casa siempre ha habido un dicho “El que se pica,
ajos come” y tiene más verdad que un santo. Cuando estamos tranquilos y
contentos con el trabajo que hemos realizado, lo que opinen los demás nos importa
bastante poco, pero cuando estamos con la mosca detrás de la oreja y
contestamos a diestro y siniestro es que algo pasa.
La foto se empezó a llenar de comentarios en los que
se defendía la profesionalidad de las matronas del hospital, cosa que yo ni seguramente
nadie puso en duda, porque una cosa es ser una profesional y cumplir con cada
uno de los protocolos que hay implantados a fuego en un hospital y otra muy
distinta ser una profesional pero que te pueda la empatía y el amor por la
belleza del momento.
Y es que no es hablar de buenos o malos profesionales…
es que las estadísticas hablan por sí solas… En Córdoba hasta hace pocos años
solo había dos sitios donde parir… por el privado: Cruz Roja o en el público: Reina Sofía. Yo entre ambas
opciones tengo clarísimo que no quiero el privado para nada. 8 de cada 10
mujeres que han parido allí de las que conozco han acabado en cesárea y las
otras dos se han llevado una buena episiotomía para su casa a consecuencia de
los instrumentos… Pero vamos… como no
había más donde elegir no hay más que hablar sean buenas o malas, amables o
antipáticas solo te queda joerte y aguantarte.
Pero si desde que hace unos años se empieza a hablar
de la maternidad de un pueblo como alternativa al Reina Sofía por su baja tasa
de intervención, su alto porcentaje de satisfacción y su buen hacer en cuanto a
cumplir los deseos y apoyar al 100% la lactancia… Yo creo que, más que saltar a
la defensiva, se debería de hacer una pequeña reflexión interna y ver porque
hay mujeres que teniendo un Hospital tan bueno como el que tenemos para muchas
cosas a pocos minutos, prefieren desplazarse más de 30 minutos en coche en un
día tan especial para poder disfrutar de un parto tal y como lo desean.
Como digo no creo que se vayan, o nos vayamos a ir,
buscando profesionalidad, sino más bien empatía, respeto, complicidad y amor
verdadero por su trabajo. Vamos buscando poder disfrutar de un parto con
tranquilidad, sabiendo que nos van a acompañar no a guiar, que nosotras vamos a
decidir, pero decidir de verdad, no con tú decides pero yo por si acaso… te
coloco esto ya para adelantar tiempo.
Así que por favor dejaos de saltar, de luchar por
defenderos de palabra y callarnos la boca a las que os “picamos” con hechos.
Convertir al Reina Sofía de Córdoba en un hospital con una maternidad como debe
de ser, donde cada mujer pueda disfrutar del parto que quiera.., aunque eso acarree
que algunas griten poseídas… o aullen como lobas a altas horas de la madrugada.
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